Arquitecteando

Sí tengo que decir la verdad, la grilla del Cosquín de éste año, me pareció de las más flojitas que he visto. Opinión que iba a sostener más tarde, cuando ya en el predio, empezaba a ver remeras del 2007, o 2008, y en las espaldas, la grilla ponía nombres como Divididos o los Piojos, o el Deep Purple del 2009. Otro tema fue el precio de la entrada: $85 (Mein Gott!), por un día que tiene como lo más grosso a Kusturica. El año pasado pagué sesenta y pico, y vi a CRZZ, NTVG, La Vela, Deep Purple y un cachito de Almafuerte.

Pero bueno, no importa, a estas alturas, es como un deber ir al Cosquín, decir presente, mojarse en el peor de los casos, y volver destruído suplicando por una cama. Asique el viernes tipo dos de la tarde, sin entrada en mano (pero ya comprada), puse rumbo a Córdoba. Me calcé las Asics Endurance All Terrain (algo así como las Eisics aguantadoras) y me tomé el bondi, que en una hora me iba a dejar en la Terminal de la docta, para comprar los pasajes ida y vuelta a la Comuna San Roque, ir a hacer cola, y en diez minutos estar de nuevo en un colectivo con el resto de la compañía coscoína.

Por cierto, hacía como 35ºC, y yo con remera negra, el colectivo no era clase empresarial ni mucho menos, y el único aire acondicionado, era la puerta abierta que mantenía al chofer, rezando para que no se tire ningún pibe pasado de vuelta. Pero esa remera negra que me caldeó en la ida, tanta [?] alegría me iba a dar a la vuelta.

Después de una hora de viaje [?], no me acuerdo bien, es que verdaderamente me embola hacer ese viajecito, llegamos a la comuna. No sin antes putear al chofer y mentarle la madre, porque el muy culiado, se había pasado como un kilómetro la entrada, para poder dar la vuelta, no se entendió la maniobra.

Ya abajo, no había ningún cartel que indique para donde quedaba el predio. Pero apelando a mi paisanada y mi orientación campechana [?], después de caminar un tiempillo, una tocada de huevos (y tetas en los casos correspondientes) para ver si no había nada de más en esos íntimos lugares, como un churro, una piedra o una 9mm, llegamos a la entrada.
Viene a colación, como ya dije, la ausencia de carteles indicativos, y la experiencia del año pasado, cuando, al bajarnos, había un cartel que decía muy clarito y en letra totalmente entendible y grande: "AL ROCK". Obviamente, no seguimos las indicaciones por rebeldes y sobre todo desconfiados (ya que estaba escrito a mano, cual cartel de verdulería), asique fuimos a parar a la ruta para después volver y seguir la flecha pintada en el cartel. AL ROCK. Era muy claro.

El último obstáculo a franquear por los falsificadores, la maquinita con la luz verde, o la roja que te puede hacer comer un garrón (y unas cuantas horas hablando con un policía), lo pasamos sin ningún problema. Estábamos en el predio, y yo, que quería escuchar La Franela, escuchaba desconsolado el último oeoeooo ahahahahaaaa, muchas gracias y adios, de la banda liderada por el ex piojo.

Putié, pagué $20 por una cerveza y me fui al escenario principal, adonde el sol todavía pegaba fuerte, a esperar al resto de la comitiva, ya que me había adelantado para intentar llegar a tiempo y ver algún tema de la mentada banda. Al rato estábamos los tres esperando a que toque Dancing Mood.

Me lleva Dios si no me compró de entrada. Nunca había visto en vivo a Dancing Mood, y poco había escuchado. Pero después de ver a 86 y 99 bailando en la pantalla de atrás me dije: "estos locos si que son grossos". Verdaderamente eran grossos y no sólo por la aparición del agente más temido del recontraespionaje. Asintiendo con la cabeza, se me pasaron volando los cuatro temas que tocaron.

Todavía no había mucha gente y ya estaban por tocar los Uruguayos del Cuarteto de Nos. Pero hubo que esperar un poco, y en ese ínterin, como en los anteriores, empezaron a pasar los videos de Capusotto: entre todos los que ví esa tarde (y fueron muchos), pasaron: Violencia Rivas, Quiste Sebáceo, Micky Vainilla, Pinky Lavié, etc.
En un primer momento pensé "qué bien que la hicieron, atenúan la impaciencia de la gente con los videos", y no era mala idea, pero cuando se abusa de ello, vuelve a aparecer esa ansiedad colectiva.

Entraron a tocar los uruguayos. No había mucha gente, y pocos eran los que podían seguir esas letras que van a mil por hora. Por mi parte sólo se un tema entero y varios entre balbuceos. Igualmente le pusieron toda la onda en una presentación que creo no debe haber pasado los diez temas. Cerraron con Invierno del '92, tema que domino de cabo a rabo. Creo que fué la primera gran explosión de la tarde por parte de la gente.

A todo ésto, habían empezado a circular subtérfugamente unas galletas Ser de esas que engañan al estómago y no llenan, que habían pasado el control policial, alegando la dueña, problemas de flemas. Sí, somos re jodidos, nada de fasos, galletitas Ser viejo.

Faltaba rato para que empezaran a tocar Las Pastillas del Abuelo (en realidad en ese momento no lo sabía y estaba re caliente con el incumplimiento de horarios), asique aproveché para ir al baño. Era muy obvio que no iba a ser el baño de un hotel 3 estrellas ni mucho menos, pero estando dentro, por un momento pensé que cuando empezabas a hacer lo que ibas a hacer ahi adentro, alguien agarraba y empezaba a moverte de afuera. Las paredes eran arte, arte puro y fresco, que iba cambiando con cada persona que entraba y estampaba su firma.

Los chiflidos y puteadas duraron hasta las ocho menos algo, cuando salieron Las Pastillas. Tocaron mucho de Crisis, y algunos pocos temas viejos, como La Casada, El Enano, Desde la Postura. Anticiparon nuevo disco. La espalda me hizo crick!, como a [spolier]Hanamichi en el final de Slam Dunk [/spoiler]. Me la banqué como un conde-duque, y cerraron un concierto que no fue todo lo que yo esperaba.

Ya había caído la noche, eran las nueve. Agua y Sprite para las gargantas calientes, Las Pelotas tocando en el escenario principal y yo puteando de nuevo. ¿Por qué siempre me tengo que aguantar a las Pelotas en los festivales?. Y como no quería sumirme en un estado de depresión, enfilamos para el escenario principal, donde empezaba a tocar Trístemente Célebres. Creo que ahí se terminó de pagar mi entrada. Sólo había escuchado críticas de una sóla persona, y no eran buenas, asique no iba con muchas expectativas, pero me encontré con una muy buena banda. Muchas bolas arriba del escenario (y el bajista, por dios, el bajista, que tipo hijo de puta, un cago de risa). En un momento Eduardo dijo: "gracias por estar acá, cuando en el escenario están tocando, bueno, esa banda...", y sí, les había tocado jodido, estaban peleando contra las Pelotas, e iban perdiendo por afano, pero yo no me arrepiento de haber estado ahí. Todo el aguante.

Terminó Trístemente Célebres, y pintó el jipismo. Volvieron las Ser, corrieron dos paquetes y nos tiramos a escuchar a Skay en la punta de la subida, de donde se puede ver todo el escenario principal. Las piedritas del suelo molestaban, pero más molestaba el puto crick! de la espalda, asique no solo pintó jipismo, sino jipismo colectivo. En un momento pasó un chabón diciendo, es viernes a la noche, no se duerme. La concha de tu madre pensé, vos porque tenés todas las vétebras en tu lugar, y seguimos acostados, hasta que pasó otro flaco pidiendo un faso, grillo, verde, o como mierda le quieras decir. No le ofrecí una Ser porque no quedaba, asique se fue pedir a otro lugar. El jipismo había llegado a su punto cúlmine, y Kusturica empezaba a tocar.

La verdad que el servio y su banda, para un festival, van de lujo, pero no para escuchar todos los días. Me hizo acordar un poco a los Cocineros (salvando las grandes distancias). Pero ya nos estábamos por ir, asique escuchamos tres o cuatro temas, y pasamos por el escenario donde iba a tocar Viejas Locas, por dios, ahora odio más esa banda que antes. En ese momento me salió el Iorio que todos llevamos dentro, y empecé a putear interiormente hasta que se dignaron a salir. Me banqué como un señor tres temas, y cerramos la noche encaminándonos nuevamente hacia nuestra parada de colectivos, que dicho sea de paso, era la que más lejos quedaba.

Nada que comentar del camino de vuelta, ya que me torré tres cuartas partes del viaje. después cada quien para su casa, y yo para la terminal. Me quedaba una hora más de viaje y tres cuadras para llegar a la comida, la ducha y la cama. Pero antes, y en la espera de un colectivo para volver a mi casa, aparece un Fran recién salido del laburo, con una Pepsi salvadora, y la Rolling Stone bajo el brazo, un capo. Y como Lost está en todos lados, y es más omnipotente que Dios, se me presentó un Charlie con una publicidad ultracopada en la mencionada revista.

Con el día así completo, y con un CD nuevo en la mano, llegué a mi casa, pensando que debería ponerme a estudiar al día siguiente, que Construcciones no se va a rendir sola.

Ahora, por qué un CD nuevo. Muajajaja. Porque tenía una remera copada, se me acercó un flaco y me dio el disco de Sin Demencia: Saltando muros, una banda creo que sanjuanina de ska. Por tener esa remera, me llevé ese disco, no es mal negocio.















Asique nada. Pasó otro Cosquín, ésta vez con Fiti, mi amiga conciertera Ro, y las galletas de marihuna (amigas gracias, son unas grossas). El 10º Aniversario, otra batalla rocanrolera en la lista, y ésta vez con lesión incluída. Nada serio. Esa noche descansé como Dios manda.